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Día Internacional de La Paz - 21 de septiembre
DECLARACIÓN DEL PRESIDENTE Y FUNDADOR DE PAZ Y DEPORTE
Cuando pensamos en la paz, o en la ausencia de ella, la mayoría solo imaginamos los conflictos que acaparan los titulares. Pero mientras la atención se centra en unas pocas crisis, decenas de otras se desarrollan en silencio, invisibles, inaudibles, pero devastando millones de vidas. Hoy, el mundo se enfrenta a 59 conflictos activos, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. No se trata de una cifra abstracta: significa 460 millones de niños que crecen en medio de la violencia, 122 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares y más de 300 millones que dependen de la ayuda humanitaria.
En un mundo así, hablar de paz puede parecer ingenuo. Sin embargo, si dejamos de hablar de paz, la violencia domina la agenda. Si dejamos de hablar de paz, dejamos de creer que es posible. La paz no es solo la ausencia de guerra. Es la práctica diaria del diálogo, el respeto y la cooperación. Requiere valentía, intención y acciones concretas de todos, a todos los niveles. Este es el llamado que subyace al tema del Día Internacional de la Paz de 2025: «Actuar ahora por un mundo en paz».
Al reflexionar sobre el Día Internacional de la Paz, debemos preguntarnos cómo podemos actuar cada día para hacer de la paz una realidad. Una forma de actuar es reconocer que el camino para prevenir el odio y superar las divisiones reside en unir a las personas, ya sea para prevenir un conflicto o para reconciliarse después de él. Y en este sentido, el deporte puede ser una fuerza decisiva. El deporte no es solo rendimiento o entretenimiento, sino una poderosa herramienta para la prevención, la reconciliación y la cohesión social. En el campo de juego, aprendemos a cooperar, a respetar las reglas y a reconocernos como iguales.
El potencial del deporte se reconoce en textos internacionales desde hace casi tres décadas. Los gobiernos también han incluido el deporte en sus planes de desarrollo social. El ejemplo de Colombia es impactante: el deporte está explícitamente integrado en el plan nacional para la «Paz Total» como herramienta para la transformación social y el desarrollo comunitario en zonas afectadas desde hace tiempo por la violencia y la desigualdad.
Pero este potencial no es automático. Requiere intención. Requiere un cambio de paradigma. El deporte no debe limitarse al rendimiento o al entretenimiento. También debe, y lo más importante, utilizarse deliberadamente para tender puentes entre las comunidades y generar confianza.
¡No limitemos la paz a un solo día del año ni a una simple conmemoración!
¡Cambiemos la ecuación juntos!
Utilicemos el deporte no solo para construir cuerpos más fuertes, sino también comunidades más fuertes; no solo para entretener, sino para empoderar. Al hacerlo, podemos ayudar a millones de niñas y niños a crecer con la resiliencia necesaria para oponerse a la violencia y la confianza para elegir la paz. Si decidimos actuar, el deporte puede ayudarnos a sembrar las semillas de la paz antes del conflicto y a cultivar la reconciliación después de él.
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